Recientemente, François Sabado publicó un documento muy interesante en la página de la Cuarta Internacional, ‘Punto de vista internacional‘ en el que analiza el colapso en proceso del sistema neoliberal.
Entre los datos interesantes que aporta, dice que entre 1980 y 2006 los sueldos descendieron del 67% al 57% de la riqueza producida en los países ricos y que de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo en su reporte del 2008, la caída mayor de sueldos en relación al PIB ocurrió en América Latina (-13 puntos porcentuales), seguida por Asia (-10 pp) y los países ricos (-9 pp). Vaya, hasta cita a Alan Greenspan diciendo que tales proporciones ‘son excepcionalmente bajos en contraste con la norma histórica’. En resumen, este es el mecanismo por el cual el neoliberalismo convierte el sueldo de los trabajadores en ganancias para las corporaciones, incluyendo el estado corporativo.
El Sr. Sabado también establece los objetivos para los moviemientos de izquierda que son, según él, la administración directa de bancos, instituciones financieras y corporaciones por los trabajadores. A mí esta solución me parece neoliberal en que comparte su horror por el Estado. Yo no le daría la administración del sector financiero al taxista mexicano que votó por Calderón que porque López Obrador le quería quitar su taxi o al obrero gringo que votó por McCain que porque Obama era terrorista musulmán.
Lo que se requiere es un entorno legal en que operen las empresas privadas al servicio del bien común, esto es, que la canibalización del sector social y laboral no se contabilice como ganancia ni se permita. Esto tan solo puede hacerlo un Estado social.
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